San Francisco de Sales nació en 1567 en el Castillo de Sales. Recibió una educación privilegiada, estudió humanidades y teología en instituciones destacadas como el Colegio de Clermont y la Universidad de París. Optó por el sacerdocio y, al tiempo, se convirtió en obispo de Ginebra. Su obra más famosa es Introducción a la vida devota.
Índice
Quién fue San Francisco de Sales
San Francisco de Sales, nacido el 21 de agosto de 1567 en el Castillo de Sales, fue un clérigo y una figura notable en la Iglesia Católica. Se distinguió por una amabilidad excepcional.
De origen noble, San Francisco de Sales recibió una educación cuidadosa que lo preparó para una vida de servicio a la Iglesia y a Dios. Estudió humanidades y teología en instituciones destacadas como el Colegio de Clermont y la Universidad de París. Su inclinación por la teología cristiana se vio profundamente influenciada por las obras de figuras veneradas como Agustín de Hipona y Tomás de Aquino.
Su devoción y búsqueda espiritual lo llevaron a renunciar a una vida secular, optando por el sacerdocio a pesar de las expectativas familiares. Esta decisión marcó el inicio de una trayectoria que lo llevaría a convertirse en obispo de Ginebra, aunque las circunstancias lo mantuvieron en su residencia saboyana de Annecy.
Uno de los aspectos más destacados de la vida de San Francisco de Sales fue su capacidad para comunicar la fe de manera accesible y comprensible para todos. Su don para la predicación y la enseñanza lo convirtió en un teólogo muy respetado de su tiempo. Además, fundó la Orden de la Visitación junto con la baronesa Juana de Chantal.
Su obra más conocida, Introducción a la vida devota, se convirtió en un éxito, ofreciendo consejos prácticos y espirituales para hombres y mujeres de todas las clases sociales. Esta obra, escrita en un estilo claro y accesible, refleja su compromiso con hacer que la fe sea accesible para todos, independientemente de su formación o estatus social. San Francisco de Sales también es recordado por su amabilidad y compasión hacia los demás.
Patrono de los periodistas
En conmemoración del tricentenario de su fallecimiento, el Papa Pío XI emitió la encíclica Rerum omnium perturbationem el 26 de enero de 1923, designando a San Francisco de Sales como patrón de los escritores. En esta declaración, instó a los periodistas y escritores católicos a seguir el ejemplo de moderación y caridad establecido por San Francisco de Sales.
Canonización
El capellán de Ana de Austria, Maupas du Tour, apoyó el procedimiento de canonización. Fue declarado beato el 28 de diciembre de 1661 y canonizado el 16 de abril de 1665 por el Papa Alejandro VII.
Obras
Algunas de sus obras son las siguientes:
- Controversias.
- Instrucción a los confesores.
- Introducción a la vida devota.
- Ensayo sobre la ética cristiana.
- Sermones.
- Cartas.
Frases
Un santo triste es un triste santo.
Nadie llega jamás a la inmortalidad sino por el camino de la aflicción, y he aquí un gran motivo de consuelo para todo en nuestras penas.
Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrad siempre con tranquilidad y calma.
No puede ser sino vanidad, lo que no sirve para la eternidad.
Dejar que digan, escucharlo, sufrirlo todo; no espantarse por nada y continuar con fidelidad y buen ánimo.
No debemos corregir nunca dejándonos llevar por nuestros sentimientos, sino únicamente por nuestra caridad.
Reprender a los demás es muy fácil, pero es muy difícil mirarse bien a sí mismo.
Se aprende a hablar, hablando. A estudiar, estudiando. A trabajar, trabajando. De igual forma se aprende a amar, amando.
El que habla mal de sí mismo, busca directamente la alabanza y actúa como el remero, que da la espalda al lugar a dónde quiere llegar.
Antes de juzgar al prójimo pongámoslo a él en nuestro lugar y a nosotros en el suyo, y a buen seguro que será entonces juicio recto y caritativo.
El espíritu humano da tantos rodeos y vueltas, sin que nos demos cuenta, que es imposible que no salga algo al exterior; por eso, a quien menos se le note, es el mejor.
Por mucho que se diga, el corazón habla al corazón, mientras que la lengua no habla más que a los oídos.
Los hijos de Dios caminan sin rodeos y no tienen repliegues en el corazón.
La ciencia que sirve para hacernos orgullosos y que degenera en pedantería, no vale más que para deshonrarnos.
Las riquezas son verdaderas espinas; ellas punzan con mil penas al adquirirlas, con muchas inquietudes conservándolas, con muchos disgustos gastándolas y con muchos pesares perdiéndolas.
Se paciente con todo el mundo; pero sobre todo contigo mismo.
No saber mostrarse bueno con los malos es una prueba de que no es uno bueno del todo.
Es una especie de obediencia muy agradable a los ojos de Dios no desear dispensas sin mucha necesidad.
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