Aunque el propósito de una empresa es crear valor para los accionistas, es decir, sus propietarios, esto no siempre se cumple. Los administradores, también llamados alta dirección o directores, son los responsables de tomar las decisiones que conduzcan a incrementar la riqueza de los accionistas, pero, en ocasiones, los objetivos de los accionistas y administradores pueden ser divergentes.
Los accionistas recurren a estrategias para que los administradores y sus decisiones estén alineadas con sus intereses. Por ejemplo, los accionistas tienen el derecho de votar para nombrar a los miembros de la alta dirección.
Otra estrategia consiste en ofrecer compensaciones por el incremento en el valor que las decisiones de los administradores generan, las acciones por desempeño se otorgan a los administradores por un buen ejercicio de su función.
Un plan de opciones sobre acciones permite que los administradores obtengan acciones a un precio inferior que el que corresponde al mercado, en ocasiones, las acciones las obtienen sin costo.
Algunos factores inherentes al entorno empresarial ejercen presión sobre los administradores para que se esfuercen en tomar las decisiones que crean valor para los accionistas. Por ejemplo, la competencia laboral permite que los accionistas con derecho a voto reemplacen a un mal administrador.
Un segundo factor está representado por una toma de control que puede suceder si las decisiones de los administradores han provocado que las acciones pierdan tanto valor que un grupo de accionistas externos las adquiera y, con ello, tenga el derecho a votar para nombrar a un nuevo grupo de directores que sea más competente.
Resulta fácil creer que los intereses de accionistas y administradores convergen, pero algunos administradores pueden sentirse particularmente tentados por el estatus que se traduce en gastos superfluos, por ejemplo, automóviles de la empresa para uso de los directores.
Las estrategias para alinear los objetivos de los administradores con los de los accionistas representan costos de implementación y control de los mecanismos, pero estos se pueden ver compensados por los incentivos que suponen para los administradores. Si el valor de las acciones se incrementa considerablemente, los administradores y accionistas obtendrán mayores beneficios.
Otra consecuencia provechosa es la fidelización de los administradores.
