Anaxágoras. Filósofo griego. 500 A.C. – 428 A.C.
- El espíritu gobierna el universo.
- La inteligencia conoce todas las cosas y ordenó todas las cosas que van a ser y las que fueron y las que son ahora y las que no son.
- Todas las cosas participan de todo, mientras que la inteligencia es infinita y se gobierna a sí misma y no está mezclada con nada.
- La ciencia daña tanto a los que no saben servirse de ella, cuanto es útil a los demás.
- El hombre es inteligente porque tiene manos.
- Si me engañas una vez, tuya es la culpa. Si me engañas dos, la culpa es mía.
- La inteligencia es lo más puro de todas las cosas, tiene un conocimiento total de cada cosa y es la máxima fuerza.
- Nada nace ni nada perece. La vida es una agregación, la muerte una separación.
Barón de Holbach. Filósofo materialista francés de origen alemán. Diciembre 8/1723 – Enero 21/1789.
- El amor propio, bien o mal entendido, es el origen de las grandes acciones dignas de elogio o de vituperio.
- La modestia sola, es capaz de desarmar la envidia, que por lo común hace a los hombres tan injustos.
- No hay dos individuos en la tierra que tengan la misma idea de Dios
- Hay hombres cuya conducta es una mentira continua.
- La ignorancia y el error son manantiales de mal humor.
- Los grandes talentos alarman e intimidan a los incapaces, y no tienen la docilidad que se requiere para agradar a los hombres justos.
Boecio. Filósofo romano. 480 – 524/525.
- Si hay un Dios, ¿de dónde proceden los males? Y si no existe, ¿de dónde se originan los bienes?
- Si algo bueno tiene la nobleza, es esto solamente: el que impone sobre los que son nobles la necesidad de no desmerecer de las virtudes de sus antepasados.
- ¿Por qué buscáis la felicidad, ¡oh mortales!, fuera de vosotros, cuando la tenéis dentro de vosotros mismos?
- ¿Quién posee una felicidad tan completa que no tenga algún motivo para estar descontento de su estado?
- Solamente hay una cosa que pueda seducir a ciertos espíritus superiores que no han llegado aún a la posesión perfecta de las virtudes, a saber, el deseo de la gloria.
- La gloria humana no es otra cosa que un gran rumor de viento en los oídos.
- En cualquier adversidad de la fortuna, la mayor infelicidad es haber sido feliz.
Hugues Félicité Robert de Lamennais. Filósofo y teólogo francés. Junio 19/1782 – Febrero 27/1854.
- El pasado es una lámpara colocada a la entrada del porvenir.
- La ciencia apenas sirve para darnos una idea de la extensión de nuestra ignorancia.
- ¿Queréis que alguien os quede fuertemente ligado? Imponedle sacrificios.
- La conciencia es un santuario sagrado donde sólo Dios puede entrar como juez.
- El derecho y el deber son como las palmeras: no dan frutos si no crecen uno al lado del otro.
- Basta a menudo cambiar de modo de vivir para creer en la verdad que se negaba.
Jenofonte. Historiador, militar y filósofo griego. 431 A.C. – 354 A.C.
- El mando y señorío es de aquellos que vencieron la batalla.
- Realmente, todo lo que entre los hombres carece de buen sentido, no puede ser más que maldad e injusticia.
- No puede existir un valor digno de alabanza si no va acompañado por la prudencia.
- Sólo a fuerza de favores se conquista a los espíritus mezquinos, a los corazones generosos se les gana con el afecto.
- La obediencia voluntaria siempre es mejor que la forzada.
- No digas que el dinero es un bien si no sabes hacer buen uso de él.
- El más dulce de todos los sonidos es la alabanza.
Ludwig Feuerbach. Filósofo alemán. Julio 28/1804 – Septiembre 13/1872.
- Hablar es un acto de libertad; la palabra es, en sí misma, libertad.
- Cuanto más crece nuestro conocimiento de los buenos libros, tanto más disminuye el círculo de los hombres cuya compañía nos resulta ingrata.
- La moral que no tiene por objeto la felicidad es una palabra vacía de sentido.
- No ser nada y no amar nada, es lo mismo.
- El hombre afirma en Dios lo que niega en sí mismo.
- La creencia de la vida celestial es la creencia en la inutilidad e insignificancia de esta vida.
Periandro. Uno de los Siete Sabios de Grecia. VII A.C.
- Sé moderado en la buena fortuna y prudente en la adversa.
- Los reyes no pueden tener guardias más fieles que el afecto de los súbditos.
- La tenacidad lo es todo.
- El hombre no debe jamás proponerse las riquezas por recompensa de sus acciones.
- Si llegas a ser desgraciado, ocúltalo para que tus enemigos no se alegren.
Pítaco de Mitilene. Uno de los Siete Sabios de Grecia. 640 A.C. – 568 A.C.
- El que no sabe callar lo que debe, no sabe hablar lo que debe.
- Abstente de hablar mal no solamente de tus amigos, sino también de tus enemigos.
- No digas de antemano lo que vas a hacer; porque si fallas, se burlarán de ti.
- Haceos amigos en la prosperidad, y probadlos en la adversidad.
- Reconoce tu oportunidad.
- El perdón es mejor que la venganza.
- ¿Queréis conocer a un hombre? Revístelo de un gran poder.
Quilón de Esparta. Estadista espartano, uno de los siete sabios de Grecia. Principios del siglo VI A. C.
- El oro se prueba por medio del fuego, la mujer por el oro, y el hombre por la mujer.
- El que prefiera ser amado que temido, ejerza el poder con mansedumbre.
- No permitas que tu lengua corra más que tu inteligencia.
- Si eres fuerte, sé también misericordioso, de forma que tus vecinos puedan respetarte y no sólo temerte.
- No te rías de una persona en su desgracia.
- El hombre valeroso debe ser siempre cortés y debe hacerse respetar antes que temer.
- Prefiere un castigo a un triunfo deshonroso; lo primero es doloroso, pero por una vez, pero lo segundo es para toda la vida.
Antístenes. Filósofo griego fundador de la escuela cínica. 444 A.C. – 365 A.C.
- No es necesario, para hacer desistir a quien contradice, contradecirlo a su vez; es menester instruirlo, porque no se remedia a un loco montando en furor como él.
- Se debe convertir el alma en una fortaleza inexpugnable.
- Las pasiones tienen causas y no principios.
- Los cuervos devoran a los muertos y los aduladores a los vivos.
- No te imagines que los demás tienen tanto interés en escucharte, como el que tú tienes de hablar.
- Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos.