Charles Lamb. Ensayista inglés. Febrero 10/1775 – Diciembre 27/1834.
- El mayor placer que conozco es hacer sigilosamente una buena acción y dejar que se descubra por accidente.
- Generalmente se lee para decir que se ha leído.
- Para tener pensamientos nobles no es necesario haber nacido nobles.
- Me gusta extraviarme a mí mismo a través de otras mentes. Cuando no estoy pensando, estoy leyendo. Soy incapaz de sentarme y ponerme a pensar. Los libros piensan por mí.
- Una risa vale más que cien lamentos en cualquier parte del mundo.
Edmond Huot de Goncourt. Escritor francés. Mayo 261822 – Julio 16/1896.
- Vivid vuestras horas, vuestros minutos.
- No perdáis vuestro tiempo ni en llorar el pasado ni en llorar el porvenir.
- Las alegrías son como las flores que la lluvia mancha y el viento deshoja.
- La salud es tan sólo una confianza; consiste sencillamente, en creer que se está enfermo y vivir como si se estuviese sano.
- Aprender a ver es el aprendizaje más largo en todas las artes.
- La estadística es la primera de las ciencias inexactas.
Emilio Zola. Escritor francés, considerado como el padre del Naturalismo. Abril 2/1840 – Septiembre 29/1902.
- No soy optimista, quiero ser optimista.
- La belleza es un estado de ánimo.
- El talento no se enseña, crece en el sentido que le place.
- La juventud es inmoderada en sus deseos.
- Una obra de arte es un rincón de la creación visto a través de un temperamento.
Fray Antonio de Guevara. Escritor y eclesiástico español. 1480 – 1545.
- El buen juez no ha de torcer las leyes a su condición, sino torcer su condición conforme a las leyes.
- El corazón que está lleno de miedo ha de estar vacío de esperanza.
- La mayor merced que Dios hace a un viejo es darle a conocer que ya es viejo.
- El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos.
- Lo que al caballero le hace ser caballero, es ser medido en el hablar, largo en el dar, sobrio en el comer, honesto en el vivir, tierno en el perdonar y animoso en el pelear.
- No hay mayor tentación que no ser tentado.
Giovanni Boccaccio. Escritor y humanista italiano. 1313 – 1375.
- En una bandada de blancas palomas, un cuervo negro añade más belleza incluso que el candor de un cisne.
- Boca besada no pierde fortuna, es más renueva como la luna.
- Los lazos de la amistad son más estrechos que los de la sangre y la familia.
- Humana cosa es tener compasión de los afligidos; y esto, que en toda persona parece bien, debe máximamente exigirse a quienes hubieron menester consuelo y lo encontraron en los demás.
- Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada.
- Que la suerte te acompañe.
- Meter mucho ruido a propósito de una ofensa recibida no disminuye el dolor, sino que acrecienta la vergüenza.
Hippolite de Livry. Escritor francés. 1754 -1816.
- La generosidad no necesita salario; se paga por sí misma.
Ippolito Nievo. Escritor y patriota italiano. Noviembre 30/1831 – Marzo 4/1861.No deseando nada se posee todo.
- El secreto que la casualidad te revela es más sagrado que el que obtienes en depósito por la confianza ajena. Este te lo confía el hombre; el otro Dios.
- El amor es una hierba espontánea y no una planta de jardín.
- La alegría es el paraíso de la vida, la alegría es la juventud eterna del espíritu.
- Donde truena un hecho, ten la certeza de que ha relampagueado una idea.
- La razón se hace adulta y vieja; el corazón permanece siempre niño.
Jane Austen. Novelista británica. Diciembre 16/1775 – Julio 18/1817.
- La sabiduría es mejor que el ingenio y, a la larga, sin duda, tendrá la risa de su lado.
- Si hay una facultad de nuestra naturaleza que puede considerarse maravillosa, es la memoria.
- Nadie se queja de tener lo que no se merece.
- Me maravillo a menudo de que la historia resulte tan pesada, porque gran parte de ella debe ser pura invención.
- La felicidad en el matrimonio depende enteramente de la suerte.
- La mitad del mundo no puede comprender los placeres de la otra mitad.
- He sido un ser egoísta toda mi vida, no en teoría, pero sí en la práctica.
- Como se sabe, los negocios puedan dar dinero, pero la amistad raramente lo hace.
John Churton Collins. Crítico literario inglés. Marzo 26/1848 – Septiembre 25/1908.
- Desconfía siempre del subordinado que nunca critica a su superior.
- La mayoría de nuestras equivocaciones en la vida nacen de que cuando debemos pensar, sentimos, y cuando debemos sentir, pensamos.
- Cuanto consuelo encontraríamos si contáramos nuestros secretos.
- Sacar provecho de un buen consejo exige más sabiduría que darlo.
- En la prosperidad, nuestros amigos nos conocen; en la adversidad, nosotros conocemos a nuestros amigos.
Joseph Sanial-Dubay. Escritor francés. 1754 – 1817.
- Es más difícil hacer durar la admiración que provocarla.
- Los placeres son como los alimentos: los más simples son aquellos que menos cansan.
- No basta arrepentirse del mal que se ha causado, sino también del bien que se ha dejado de hacer.
- La autoridad de la moda es tan absoluta que nos fuerza a ser ridículos para no parecerlo.
- Dime quien te admira y te diré quién eres.
Leopoldo García-Alas y Ureña. Clarín. Escritor español. Abril 25/1852 – Junio 13/1901.
- Cabe tanto mal en el espíritu humano, que cabe esta contradicción: la envidia y el desprecio.
- Hay muchos que creen imitar el estilo de Victor Hugo, cuando en realidad solo imitan el de sus traductores.
- Sólo la virtud tiene argumentos poderosos contra el pesimismo.
- Puede haber un autor tan magnánimo que te perdone el mal que has dicho de sus obras; pero ese mismo acaso no te perdone el bien que digas de sus émulos.
- En las federaciones de la amistad suele haber un pacto tácito: el de la igualdad de ingenio y de fortuna. El que brilla más, el que sube más, está fuera del pacto; se le declara la guerra.
- El orgullo es una pasión de los dioses; pero de los dioses falsos.
Louis de Bonald. Político, filósofo, escritor y publicista francés. Octubre 2/1754 – Noviembre 23/1840.
- La riqueza no es tan corruptora del hombre cuanto la ambición de la riqueza.
- Los hombres son pervertidos no tanto por la riqueza como por el afán de riqueza.
- No son los deberes lo que quitan a un hombre la independencia: son los compromisos.
- Hay personas que no saben perder su tiempo completamente solas. Son el azote de las personas ocupadas.
- Una conducta desarreglada aguza el ingenio y falsea el juicio.
- Dos talentos en un solo matrimonio son mucho talento para una sola casa.
Ludwig Börne. Escritor alemán. Mayo 6/1786 – Febrero 12/1837.
- El secreto de toda fuerza consiste en saber que los demás son peores que nosotros.
- La mujer es para el hombre un horizonte donde se une el cielo y la tierra.
- La prudencia es a menudo tan molesta como la luz de una lámpara en una alcoba.
- El humorismo no es una facultad del espíritu sino del corazón.
- Todo hombre ama la libertad; quien es justo la pide para todos y quien es injusto solamente para sí.
- El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo.
Machado de Assis. Escritor brasileño. Junio 21/1839 – Septiembre 29/1908.
- No hay alegría pública que valga una gran alegría particular.
- La mejor definición del amor no vale un beso de una joven enamorada.
- El hombre es una errata pensante.
- Está muerto: podremos elogiarlo a placer.
- El corazón es la región del inesperado.
Madame de Girardin. Escritora francesa. Enero 24/1804 – Junio 29/1855.
- El instinto es la nariz de la mente.
- La mejor religión es la más tolerante.
- Un hombre inteligente, caminando a pie, llega más pronto que un tonto que va en coche.
- Exagerar la fuerza es descubrir la debilidad.
- Es el acento el que convence y no la palabra.
- El amor con los hombres no es un sentimiento, sino una idea.
Thomas Browne. Escritor inglés. Octubre 19/1605 – Octubre 19/1682.
- Al igual que la razón se rebela contra la fe, la pasión se rebela contra la razón.
- El que tiene lo bastante para poder hacer bien a otros, es rico.
- Dentro de mí hay otro hombre que está contra mí.
- Nadie puede censurar o condenar a otro, porque nadie conoce perfectamente al otro.
- Así es el hombre, ese gran y verdadero anfibio cuya naturaleza puede vivir en mundos heterogéneos y separados.
- Todas las cosas son artificiales, puesto que la naturaleza es el arte de Dios.
- Todos trabajamos contra nuestra propia cura, pues la muerte es la cura de todas las enfermedades.
- El arte es la perfección de la naturaleza.
Washington Irving. Escritor estadounidense. Abril 3/1783 – Noviembre 28/1859.
- Hay algo sagrado en las lágrimas. No son señal de debilidad sino de poder. Son las mensajeras de una pena abrumadora y de un amor indescriptible.
- Un padre puede darle la espalda a su hijo, hermanos y hermanas pueden convertirse en acérrimos enemigos, los maridos pueden abandonar a sus esposas… pero el amor de una madre dura para siempre.
- Una madre es la amiga más leal de que disponemos. Cuando nos sobrevengan repentinamente duras pruebas; cuando la prosperidad dé paso a la adversidad; cuando nos abandonen amigos que se alegraban con nosotros en las buenas; cuando las tribulaciones se multipliquen a nuestro alrededor, ella se aferrará a nosotros y, valiéndose de consejos y preceptos de ternura, se esforzará por disipar los nubarrones de tempestad y hacer retornar la paz a nuestro corazón.
- Cuando una persona le dice a otra que se ve muy joven, debe tener la certeza de que está envejeciendo.
- La vida de una mujer es una historia de afectos.
William Makepeace Thackeray. Novelista inglés del realismo. Julio 18/1811 – Diciembre 24/1863.
- El mundo es un espejo que refleja la imagen del observador.
- La amabilidad es una cosa muy indigesta. No sienta bien a los estómagos muy orgullosos.
- Muchas veces compramos el dinero caro.
- La desesperación es perfectamente compatible con una buena cena, se los aseguro.
- Sin duda es mejor un amor prudente; pero es preferible amar locamente a carecer de todo amor.
- El humor es una de las mejores prendas que se pueden vestir en sociedad.
- El mundo es amigable para las personas que también lo son.
- Una persona malvada es como una ventana sucia, nunca deja pasar el brillo.
- Madre es el nombre de Dios en el corazón y en los labios de los niños.