Carlo Dossi, nacido en 1849 en Zenevredo, Italia, fue un destacado escritor, diplomático, arqueólogo y noble italiano. En 1870, comenzó a trabajar en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Desde 1901, se enfocó en restaurar la casa de su esposa y fundó el Museo Pisani Dossi. Falleció en 1910 debido a un derrame cerebral.
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Quién fue Carlo Dossi
Carlo Dossi, nacido en 1849 en Zenevredo, Italia, fue un destacado escritor, diplomático, arqueólogo y noble italiano. Su legado perdura en la historia de la literatura, siendo uno de los exponentes más importantes de la scapigliatura milanesa, un movimiento literario caracterizado por su franca crítica social y política, así como por su lenguaje refinado pero accesible. Dossi mantuvo estrechos lazos con otros escritores de la época, como Giuseppe Rovani, Emilio Praga y Luigi Conconi.
Provenía de una familia aristocrática con raíces en la provincia de Pavía. Desde una edad temprana, mostró interés por la escritura, comenzando a escribir a la edad de siete años. Después de mudarse a Milán para continuar su educación, se involucró en el movimiento Scapigliatura, contribuyendo con artículos en periódicos locales y cofundando la revista literaria Palestra Letteraria, Artistica e Scientifica.
Su carrera diplomática comenzó cuando se unió al Ministerio de Asuntos Exteriores en 1870, donde desempeñó un papel destacado en cuestiones de emigración y en los esfuerzos de reconciliación entre el Estado y la Iglesia.
En 1873, Dossi fue designado plenipotenciario en Eritrea y luego se trasladó a Roma, donde colaboró con Luigi Perelli en el periódico Crispi La Riforma. Contrajo matrimonio en 1892 con Carlotta Borsani y tuvo tres hijos. Durante el segundo mandato de Crispi, Dossi se desempeñó como jefe de gabinete del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Después de la derrota de Crispi en las elecciones de 1895, Dossi fue destinado a Atenas como embajador, donde recibió a distinguidos visitantes como Gabriele D’Annunzio. A partir de 1901, centró su atención en la restauración de la casa de su esposa en Corbetta, donde creó el Museo Pisani Dossi para albergar sus hallazgos arqueológicos.
Dossi también emprendió la construcción de su propia residencia en Cardina, una impresionante estructura que consideraba un retiro tranquilo. A principios del siglo XX, perdió un ojo debido a problemas de vista, pero continuó dedicándose a su pasión por la arqueología.
Falleció en 1910 a causa de un derrame cerebral, siendo posteriormente enterrado en la capilla familiar en el cementerio de Corbetta.
Frases
En muchas empresas, para alcanzar gloria no importa vencer; basta combatir.
Nunca escribo mi nombre en los libros que compro hasta después de haberlos leído, porque sólo entonces puedo llamarlos míos.
¿Por qué, en general, se rehuye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos.
No se llega a gran hombre si no se tiene el coraje de ignorar una infinidad de cosas inútiles.
A muchos sólo les motiva el dinero para ser honestos.
Un saco de serpientes en el que sólo hay una anguila: eso es la lotería matrimonial.
¿Por qué, oh insensatos, hacer granujadas fuera de la ley? ¡Hay tanto sitio para hacerlas dentro!
Creer inteligente al que sabe muchas cosas de memoria es como considerar sabio al que tiene en su casa una gran biblioteca.
El que duda, piensa.
En la vida, la mitad es deseo, y la otra mitad, descontento.
Se dice que las palabras distinguen al hombre de las bestias, pero es la palabra precisamente la que revela muchas veces la bestialidad de algún hombre.
Quien habla mucho poco piensa.
Los locos abren los caminos que toman los sabios.
La ley es igual para todos los harapientos.
El ingenio está constituido por un tercio de ingenio, un tercio de memoria y el último tercio de voluntad.
Nada vale la ciencia si no se convierte en conciencia.
El falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol.
El último escalón de la mala suerte es el primero de la buena.
Con el amor no se juega. Hay muchos que empiezan por broma y terminan quemándose.
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