En 1998, Chip Wilson asistió a su primera clase de yoga, entonces tuvo una gran idea, una que le hizo triunfar en los negocios. En muchos deportes se usan telas técnicas especializadas, ¿por qué no para el yoga? Había descubierto un mercado, una oportunidad, y puso manos a la obra.
Un equipo de diseño y manufactura en los países asiáticos para aprovechar las bajas tasas salariales. Al tiempo, abrió una cadena de tiendas conocida como Lululemon, la primera de ellas en el año 2000. Contrató entusiastas de los deportes. Siete años después comenzó a cotizar en la bolsa.
En 2014, registró ventas superiores a los 1700 millones de dólares, con alrededor de 290 puntos de venta. Sus ventas por pie cuadrado eran cuatro veces superiores a las de una tienda promedio. El rendimiento promedio del capital era un 31% superior comparado con otras tiendas.
Wilson descubrió una necesidad, pero fue cuidadoso en cada uno de los aspectos clave. Los consumidores percibían frescura y novedad en cada producto, se limitaba la oferta de cada artículo como política. Cuando un producto está disponible, muchos clientes están dispuestos a comprarlo, pues de esperar corren el riesgo de que se agote. Las personas recién contratadas comienzan en ventas, después ascienden a administradores de tienda. Los vendedores ponen atención a la conversación de los clientes, con el propósito de aprovechar sus opiniones e incorporarlas al diseño de los productos.
Sin embargo, en 2010, las bolsas tenían estampada la frase ¿Quién es John Galt?, la cual es la primera línea La rebelión de Atlas, novela de Ayn Rand. Algunas personas lo asociaron como un mensaje de apoyo al capitalismo no regulado, las bolsas fueron retiradas después de recibir comentarios negativos.
En 2013, surgió una nueva polémica, algunas personas señalaron que unos pantalones de yoga se transparentaban cuando se estiraban. En algunos casos, dijeron que los empleados les pedían ponerse los pantalones y agacharse para determinar si se justificaba un reembolso. Como consecuencia, Christine Day, directora general, renunció.
Chip Wilson tuvo una visión, la cual fue bien ejecutada. La necesidad fue satisfecha con ropa deportiva de calidad y un diseño atractivo. Una oferta limitada estimuló las compras por impulso y ayudó a mantener los precios altos. Gracias a todo esto, entre 2007 y 2014, Lululemon disfrutó de una ventaja competitiva. El éxito se explica, porque en Lululemon formularon una estrategia viable, misma que fue muy bien implementada. Su desempeño superior atrajo inversionistas, cuyo capital impulsó el crecimiento de la red de tiendas, lo que a su vez aumentó las utilidades, y en consecuencia las ganancias por acción. Chip Wilson y sus ejecutivos fungieron como los estrategas responsables del éxito.