Selección de frases célebres cortas de Mary Shelley.
- El feminismo es una apelación al buen sentido de la humanidad.
- La guerra es el juego del estadista, la dicha del sacerdote, la burla del abogado y la profesión del asesino mercenario.
- ¡Cuánto debilita el sufrimiento la capacidad de sentir!
- Busca serenamente la felicidad y evita la ambición, aunque ésta sea en apariencia tan inofensiva como la que persigue el camino de la ciencia.
- ¡Cuán tenaz es la vida y cómo se aferra a uno cuando más se le odia!
- ¡Cuán fácil es la resignación para el inocente! Pero los culpables no llegan a conocer la paz jamás.
- Las agonías del remordimiento envenenan los pequeños placeres que algunas veces produce el exceso de pena.
- ¡Con qué facilidad varían nuestros sentimientos y qué extrañamente nos aferramos a la vida en momentos de desesperación!
- Sentir amor por otro me colocará en el engranaje de la existencia que llevan los demás, y de la que ahora estoy excluido.
- ¿Cómo puedo ser generoso con los demás si los demás se muestran implacables conmigo?
- ¿Cómo era posible que el hombre tuviese tanto poder, estuviese tan lleno de virtud y, al mismo tiempo, fuera tan vil y rastrero?
- ¿Por qué razón el hombre se vanagloria de poseer una sensibilidad superior a la del bruto? Si nuestros impulsos se limitaran al hambre, la sed y el deseo, seríamos casi libres; pero nos conmueve la más ligera brisa, y tan sólo una palabra o la imagen que ésta despierta en nosotros, inquieta nuestro espíritu.
- Amo la vida, pese a que no es más que un cúmulo de angustias, y la defenderé.
- Todos los hombres odian a un ser desgraciado.
- La contemplación de la grandiosidad de la naturaleza siempre confirió nobleza a mis pensamientos, haciendo que olvidara las preocupaciones cotidianas.
- ¡Cuán extraña es la naturaleza del saber! Se aferra a la mente como el musgo a la roca.
- Nada causa tanto pesar al espíritu humano como el que, después de una rápida sucesión de acontecimientos que le llevan a un estado de congoja, se sucedan la mortal calma de la inacción y la certeza de lo irremediable, condiciones que le privan de experimentar tanto el miedo como la esperanza.
- ¿Quién puede estar seguro de un mínimo de felicidad?
- ¡Llorad, llorad queridos míos! ¡No serán éstas las últimas desgracias que sufriréis!
- Los jueces prefieren condenar a diez inocentes antes que permitir que quede un culpable sin castigo.
- Te juro que hubiera preferido permanecer siempre en la ignorancia. Antes eso que descubrir la ingratitud y la depravación de una persona tan querida por mí.
- Hay algo inexplicable que agita mi alma y que no logro comprender.
- Ahora tengo veintiocho años y en realidad soy más ignorante que muchos escolares de quince. Es cierto que he reflexionado más, y que mis sueños son más amplios y grandiosos, pero les falta el equilibrio (como dicen los pintores); y me es imprescindible un amigo con el suficiente sentido común como para no burlarse de mi romanticismo, y que pueda con su afecto controlar mis sentimientos impulsivos.
- Tengo sin embargo una gran necesidad que hasta ahora no he podido satisfacer; y que ahora siento como una falla lamentable. No tengo aquí ningún amigo.
- Aunque sea sólo un cúmulo de infelicidad, la vida me es querida y la defenderé.
- Sé que usted busca el conocimiento y la sabiduría, como yo lo hice una vez; y espero vivamente en que la satisfacción de sus deseos no resulte ser una serpiente que le muerda, como ha sucedido en mi caso.
- ¿Por qué no he de continuar por estas olas indómitas y a la vez sumisas? ¿Qué podría detener un corazón decidido y la voluntad firme de un hombre?
- ¿Cómo es posible contemplar a un ser tan noble destruido por el dolor sin experimentar una profunda pena?
- El ser humano que quiere alcanzar la perfección debe mantener la serenidad y la calma, sin permitir que una pasión o un deseo circunstancial se entrometa en su espíritu.
- Estamos ligados por vínculos tenues a la prosperidad o a la ruina.
- ¡Extraña y desgarradora debe ser su historia y que espantosa la tormenta que, atrapando su valeroso navío, alteró su rumbo y lo hizo zozobrar así!
- Nada contribuye a tranquilizar la mente como un propósito firme, un punto en el que pueda el alma fijar sus ojos intelectuales.