Selección de frases célebres cortas de Ovidio.
- Nacemos con lágrimas, entre lágrimas transcurre nuestra vida y con lágrimas cerramos nuestro último día.
- El alma descansa cuando echa sus lágrimas; y el dolor se satisface con su llanto.
- Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que muere de sed.
- Si te paras a contar los días de sol y los nublados en el año, verás que los días serenos han sido los más.
- Para hacerte agradable, debes ante todo olvidarte de ti mismo.
- Lo que ahora es razón fue pasión antes.
- El dulce reposo no sólo da vigor al cuerpo, sino también al espíritu, pero el trabajo abrumador va corroyendo las fuerzas de uno y otro.
- La hermosura, bien frágil.
- Agudas saetas han atravesado mi corazón; que el cruel Amor opera ahora en país conquistado. ¿Me rendiré, o bien, con mi resistencia, aumentaré aún esta súbita llama?
- El amor ausente se desvanece y uno nuevo toma su lugar.
- Para elegir un marido, la mujer virtuosa consulta su corazón, no sus ojos.
- Las causas están ocultas. Los efectos son visibles para todos.
- ¡Pobre de mí! El amor no se cura con hierbas.
- El regalo tiene la categoría de quien lo hace.
- Así el Amor es más intratable y más tirano para los corazones rebeldes que con aquellos que reconocen su imperio.
- Mientras fueres feliz, contarás con numerosos amigos; si el tiempo se nublara, te hallarás solo.
- Dondequiera que miro no veo otra cosa que reminiscencias de la muerte.
- El que ha naufragado tiembla incluso ante las olas tranquilas.
- La fortuna y el amor son amigos del audaz.
- Siempre nos resistimos a las prohibiciones y deseamos lo que nos niegan.
- No se desea lo que no se conoce.
- Desear la muerte es propio de cobardes.
- Todo amante es un soldado en guerra.
- Mucho amor germina en la casualidad; tened siempre dispuesto el anzuelo, y en el sitio que menos lo esperáis encontraréis pesca.
- ¿Qué es el sueño sino la imagen fría de la muerte?
- La casualidad es siempre actual; ten siempre echado tu anzuelo. En el remanso donde menos los esperes estará tu pez.
- La gota horada la roca, no por su fuerza sino por su constancia.
- Nada hay más fuerte que el hábito.
- La excesiva grandeza debe siempre infundir terror.
- No os entreguéis demasiado a la ira; una ira prolongada engendra odio.
- La esperanza hace que agite el náufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado.
- El tiempo es la mejor medicina.
- Es un alivio llorar; las penas se desahogan y son arrastradas por las lágrimas.
- Las lágrimas pesan a veces tanto como las palabras.
- El amor a la patria es más patente que la razón misma.
- La conciencia de un hombre recto se ríe de los engaños de la fama.
- Feliz es el hombre que ha roto las cadenas que lastiman la mente, y ha dejado de preocuparse de una vez por todas.
- La envidia, el más mezquino de los vicios, se arrastra por el suelo como serpiente.
- La envidia asesta sus tiros a las cosas más grandes.
- No puedo vivir contigo, ni sin ti.
- La mujer siempre está comprando algo.
- Las mujeres lo negarán o lo aceptarán, pero lo que siempre quieren es que se lo pidamos.
- El placer puro no existe: siempre va acompañado de alguna inquietud.
- Hay tantas penas en el amor como conchas en la playa.
- En el amor no basta con atacar, hay que tomar la plaza.
- El placer más seguro es el menos placentero.
- La abundancia me hizo pobre.
- El egoísta tiene su corazón en la cabeza.
- A un autor le complace siempre su propia obra.
- El vulgo estima a los amigos por las ventajas que pueden obtenerse de ellos.