Selección de frases célebres cortas de Ignacio Manuel Altamirano.
- La caballerosidad en amores es un ayuno siempre expuesto a quebrantarse.
- Muchas veces consigue el despecho lo que no puede conseguir la súplica.
- Sufrir por la libertad… es marchar por un sendero de abrojos que sólo se convierte en rosas cuando uno ha pasado.
- Hay almas que se escandalizan de una falta y no se alarman ante un crimen.
- La fidelidad y la gratitud son dos flores raras que se encuentran difícilmente.
- El que grita estando colérico es tan patán como el que ríe a carcajadas.
- Nada hay tan armonioso como el elogio que se ha merecido.
- Para algunos hombres que hacen gala de ser demócratas, la democracia es una camisa de fuerza.
- En chanza se prueba la buena educación. El hombre culto la emplea con amenidad, ligereza y gracia. El majadero no usa en ella sino groserías que se graban en el corazón como injurias.
- La embriaguez de la cólera es más vergonzosa que la embriaguez del vino.
- No es bueno jurar, hay poco mérito en hacer una cosa por cumplir un juramento.
- Por más hablador que sea un hombre, siempre, siempre se calla las nueve décimas partes de lo que piensa.
- Las mujeres nunca encuentran inverosímil una lisonja que se les dirige.
- La envidia no tiene nunca ni la franqueza de la risa, ni el arrebato de la cólera; no tiene más que sonrisas frías y lágrimas ocultas.
- La franqueza áspera produce las más de las veces odio; pero la lisonja produce desprecio siempre.
- Para llegar al poder, el hombre reptil comienza por humillarse; el hombre león comienza por ser altivo.
- Las mujeres son como los niños; sólo lloran por sus caídas, cuando las ven.
- El placer es débil cuando no se forja en la fragua del deseo.
- Los amigos íntimos son los que están más próximos a tornarse enemigos acérrimos.
- La mujer siempre halla motivo para llamarse desgraciada.
- La coquetería no excluye la virtud, así como el exterior grave y solemne no excluye el vicio.
- Nada hay tan lastimoso como una coqueta vieja.
- La envidia es una sombra que oscurece el semblante y entristece el espíritu.
- El sueño es la aurora boreal del pensamiento.
- Dominar la cólera, tiene más mérito que batirse en duelo por no haberla dominado.
- El poder es duro oficio, pero para algunos es el único.
- El mayor castigo que puede imponerse a la envidia es el desprecio. Hacerle caso es permitirle saborear un síntoma de victoria.
- El envidioso, a los hombres irritables causa cólera; a los reflexivos tan sólo inspira lástima.
- Creer uno que sabe historia porque la conoce en los compendios, es querer formarse idea de la grandeza del mar, al comer una ostra.
- Sólo el perro sufre una paliza de su amo, y llora de amor por él.
- Si la culebra pudiese hablar, sería el mayor calumniador del león. Los hombres reptiles por eso persiguen con su lengua a las almas superiores.
- El corazón que despierta tarde cree que despierta a tiempo, y por eso las mujeres que aman de viejas, aman como jóvenes.
- La envidia es un buitre que se alimenta de sus propias entrañas.
- La ingratitud es el precio del favor inmerecido.
- Nada hay tan importante como el acento de la verdad.
- El matrimonio es como la moda; todo el mundo habla mal de ella, pero todo el mundo la acepta para sí y su familia.
- El poder tiene espinas, pero para algunos gobernantes es sabroso, con todo y ellas, como las sardinas.
- La insolencia es el escudo de la desvergüenza y la fortaleza de la cobardía.
- La inocencia no tiene edad.
- La envidia es el cáncer del talento.
- El hígado es la víctima de la envidia. No pocas veces lo es también el corazón.
- La religión es el hada buena de la infancia, ese crepúsculo matinal de la vida. Ella encanta el cerebro y el corazón de los niños y puebla de dulces y tiernos recuerdos el espacio azul de los primeros días.
- Para las mujeres todo es posible.
- Siempre va más alto el que camina sin remordimientos y sin manchas.
- Dios no existe, la naturaleza se rige por sí misma.
- En la primavera de la vida, hasta las espinas florecen y hasta las penas tienen un sabor de felicidad.
- En la tumba de los mártires es donde crecen los laureles de la victoria.