Rubén Darío fue un poeta, periodista y diplomático nicaragüense. Enero 18/1867 – Febrero 6 1916.
- ¡La mejor musa es la de carne y hueso!
- ¿Y aquellas alas de mariposa azul de qué nos sirven? Preguntarán los que nacieron sin alas.
- Aborreced las bocas que predicen desgracias eternas.
- Ámame así, fatal, cosmopolita, universal, inmensa, única, sola y todas; misteriosa y erudita: ámame mar y nube, espuma y ola. Sé mi reina de Saba, mi tesoro.
- Creo que siempre es preferible la neurosis a la imbecilidad.
- Cuando el hombre ama de veras, su pasión lo penetra todo y es capaz de traspasar la tierra.
- Cuando quiero llorar, no lloro… Y a veces lloro sin querer.
- Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la piedra dura, porque ésa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
- El eterno femenino puede tornar humano lo divino.
- El libro es fuerza, es valor, es fuerza, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor.
- El verbo puede crearse su propia carne, como el caracol su concha: pero la carne sola jamás creará al verbo, y como la estatua existirá sin alma.
- Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella. El cielo estaba azul, y yo estaba desnudo.
- Eres un universo de universos y tu alma una fuente de canciones.
- Es la tarde gris y triste. Viste el mar de terciopelo y el cielo profundo viste de duelo.
- Este axioma a toda hora habrás de meditar: la ciencia de vivir es el arte de amar.
- La elegancia no consiste en el exceso de adornos, ni en la profusión de alhajas.
- La luz produce los colores: los colores no encienden la luz.
- Las lilas y las rosas eran de cera, las manzanas y las peras de mármol pintado, y las uvas de cristal. ¡Naturaleza muerta!
- Luego tuve revelaciones profundas. Supe muchas cosas. Entre ellas, que los besos eran un placer exquisito.
- No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura.
- Para qué querré yo la vida cuando no tenga juventud.
- Pero tu carne es pan, tu sangre es vino.
- Pues si te empeñas en soñar te empeñas en aventar la llama de tu vida.
- Si pequeña es la patria, uno grande la sueña.
- Sin la mujer, la vida es pura prosa.
- Un buen libro es el mejor de los amigos, lo mismo hoy que siempre.
- Y cuando la montaña de la vida nos sea dura y larga y alta y llena de abismos, amar la inmensidad que es de amor encendida ¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!
- Y en este titubeo de aliento y agonía, cargo lleno de penas lo que apenas soporto. ¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?
- Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!