Recopilación de frases célebres y citas de José Joaquín Fernández de Lizardi, conocido como Joaquín Fernández de Lizardi, escritor mexicano. 1776-1827.
- ¡Oh, si siempre los hijos siguieran constantemente los buenos ejemplos de sus padres!
- ¡Qué ciego es el amor propio!
- ¡Qué inestable es la fortuna en esta vida! Apenas nos muestra un día su rostro favorable para mirarnos con ceño muchos meses.
- ¡Tanto puede en nosotros la violencia y excesiva excitación de las pasiones, sean las que fueren, que nos engaña y nos saca fuera de nosotros mismos como febricitantes o dementes!
- ¿A quién no le gustan sus hijos por feos que sean?
- “Señores, es una torpeza pretender que en nosotros se corrija un vicio que ha crecido con la edad. Lo seguro es instruir a nuestra juventud en el modo de andar derechos, para que enmendando ellos este despilfarro enseñen después a sus hijos y se logre desterrar para siempre de nuestra posteridad este maldito modo de andar”
- … al sastre y aun al zapatero, lo estimarán más en todas partes, que no al hidalgo tuno, ocioso, trapiento y petardista.
- … el miserable trae en su misma miseria una carta de recomendación de Dios para sus semejantes.
- … es una cosa que escandaliza a la naturaleza que una madre racional haga lo que no hace una burra, una gata, una perra, ni ninguna hembra animal y destituida de razón.
- Aquí yace El Pensador Mexicano quien hizo lo que pudo por su patria.
- Así que cuando tengáis hijos, cuidad no sólo de instruirlos con los buenos consejos, sino de animarlos con los buenos ejemplos.
- Comúnmente cuando alguno está muy pobre, dicen que “está haciendo versos”. Parece que estas voces “poeta y pobre” son sinónimas, o que el tener la habilidad de poetizar es un anatema para perecer.
- El azote, hijo mío, se inventó para castigar afrentando al racional y para avivar la pereza del bruto que carece de razón; pero no para el niño decente y de vergüenza que sabe lo que le importa hacer y lo que nunca debe ejecutar, no amedrentado por el rigor del castigo, sino obligado por la persuasión de la doctrina y el convencimiento de su propio interés.
- El hombre que se complace en afligir a otro su semejante no puede menos que tener un alma ruin y un corazón protervo.
- Es gana, hijo; los pobres no debemos ser escritores, ni emprender ninguna tarea que cueste dinero.
- Es la mayor simpleza de muchos padres pretender tener a pura fuerza un hijo letrado o eclesiástico, aun cuando no sea de su vocación tal carrera ni tenga talento a propósito para las letras; causa funesta, cuyos perniciosos efectos se lloran diariamente en tantos abogados firmones, médicos asesinos y eclesiásticos ignorantes y relajados como advertimos.
- La mayor maravilla de la Naturaleza que te sorprenda, la hizo el Creador con un acto simple de su suprema voluntad.
- La prudencia consiste en poner medio entre los extremos.
- La venganza denota un alma baja que no sabe ni es capaz de disimular el más mínimo agravio.
- Las lágrimas de una mujer hermosa y amada son armas eficacísimas para vencer al hombre más circunspecto.
- Las mujeres saben muy bien aprovecharse de esta loca pasión, y tratan de dominar a semejantes maridos de mantequilla.
- Muy bueno y muy justo es que los hombres amen a sus mujeres y que les den gusto en todo cuanto no se oponga a la razón; pero no que las contemplen tanto que, por no disgustarlas, atropellen con la justicia, exponiéndose ellos y exponiendo a sus hijos a recoger los frutos de su imprudente cariño.
- No hay remedio; saber callar es un principio de aprender, y el silencio es una buena tapadera de la poca instrucción.
- No sé qué tiene un buen exterior que se respeta hasta en los muchachos.
- Sólo el ser viejo ya es un motivo que debe ejercitar nuestro respeto. Las canas revisten a sus dueños de cierta autoridad sobre los mozos.