Selección de frases célebres cortas de François de La Rochefoucauld.
- El medio más fácil para ser engañado es creerse más listo que los demás.
- Para tener éxito debemos hacer todo lo posible por parecer exitosos.
- Pasa con el verdadero amor como con los aparecidos; todo el mundo habla de ellos, pero muy pocos los han visto.
- La sobriedad es el culto al cuerpo que impide atiborrarse de comida.
- La solemnidad es un truco del cuerpo para disimular los defectos de la mente.
- Insensato, es el nombre que generalmente damos a aquellos que no piensan como nosotros.
- La moderación es una cualidad inventada con el fin de limitar la ambición de los grandes hombres y consolar a los mediocres de sus escasos méritos.
- El halagador es el único orador que siempre nos convence.
- El placer del amor estriba en el hecho de amar: somos más felices con la pasión que sentimos que con la que inspiramos.
- Es mayor la pereza de nuestro espíritu que la de nuestro cuerpo.
- La obstinación nace de la estrechez de espíritu.
- El ridículo deshonra más que el mismo deshonor.
- El mayor milagro del amor es curar de la coquetería.
- No basta con tener grandes cualidades; hay que saber emplearlas.
- Las virtudes van a perderse en el interés como los ríos en el mar.
- El amor, en sí tan gustoso, gusta más por las maneras en que se muestra que por sí mismo.
- Aquel a quien confías vuestro secreto se convierte en señor de vuestra libertad.
- Nuestras virtudes no son, de ordinario, otra cosa que vicios disfrazados.
- Cuando nuestro odio es demasiado fuerte, nos pone por debajo de aquellos a quienes odiamos.
- Nunca es tan difícil hablar bien como cuando tenemos vergüenza de callar.
- Nuestra desconfianza justifica que nos engañen.
- Nuestros enemigos se aproximan a la verdad con sus juicios acerca de nosotros mucho más que nosotros mismos.
- Para llegar un hombre a ser grande ha de saber aprovecharse de su buena suerte.
- Nuestro humor es el que pone precio a todo lo que nos da la fortuna.
- La sinceridad es una efusión del corazón. Muy pocos la tienen; y la que ordinariamente vemos no es sino un refinado disimulo para ganar la confianza de los demás.
- No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay.
- La esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable.
- Un amigo verdadero es el más grande de todos los bienes y el que menos nos cuidamos de adquirir.
- Todo el mundo se queja de no tener memoria y nadie se queja de no tener criterio.
- La debilidad de carácter es el único defecto que no se puede enmendar.
- La gratitud de muchos no es más que la secreta esperanza de recibir beneficios nuevos y mayores.
- La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud.
- Aunque los hombres se jacten de sus grandes acciones, muchas veces no son el resultado de un gran designio, sino puro efecto del azar.
- Los celos nacen del amor, pero no mueren con éste.
- Los hombres no vivirían mucho tiempo en sociedad si no se engañaran unos a otros.
- Para hacerse una posición en el mundo, es preciso hacer todo lo posible para hacer creer que ya se tiene.
- Como pretendes que otro guarde tu secreto si tú mismo, al confiárselo, no lo has sabido guardar.
- Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera.
- Una amistad reanudada requiere más cuidados, que la que nunca se ha roto.
- Creemos a veces odiar la adulación, pero lo que realmente odiamos es la manera de adularnos.
- Si no nos aduláramos jamás mutuamente, la vida sería menos placentera.
- La adulación es una moneda falsa que tiene curso gracias sólo a nuestra vanidad.
- El amor por la justicia sólo es, en muchos hombres, el temor de sufrir la injusticia.
- Las mujeres más virtuosas son como los tesoros ocultos: están a salvo mientras nadie los busca.
- Todos tenemos la fortaleza suficiente para soportar las desgracias ajenas.
- Conocer las cosas que lo hacen a uno desgraciado, ya es una especie de felicidad.
- Nada impide tanto el ser natural como el afán de parecerlo.
- La verdad no hace tanto bien en el mundo como el daño que hacen sus apariencias.
- El deseo de parecer listo impide el llegar a serlo.
- La filosofía triunfa con facilidad sobre las desventuras pasadas y futuras; pero las desventuras presentes triunfan sobre la filosofía.
- La intención de no engañar nunca nos expone a ser engañados muchas veces.
- Si juzgamos el amor por la mayor parte de sus defectos, se parece más al odio que a la amistad.
- Es muy difícil que dos que ya no se aman, riñan de verdad.
- No se desprecia a todos los que tienen vicios; pero se desprecia a todos los que no tienen ninguna virtud.
- Si en los hombres no aparece el lado ridículo, es que no lo hemos buscado bien.
- Defender o negar nuestros defectos cuando se nos reprenden, es aumentarlos.
- Hay una especie de revolución de carácter tan general que modifica los gustos así como los destinos del mundo.
- La debilidad más peligrosa de la gente vieja, que ha sido agradable, consiste en olvidar que ya no lo es.
- Pocas cosas son necesarias para hacer feliz al hombre sabio, pero nada satisface al tonto; esta es la razón de que gran parte de la humanidad sea miserable.
- La verdadera elocuencia consiste en no decir más de lo que es preciso.
- Nunca otra cosa damos con tanta liberalidad como nuestros consejos.
- Perdonamos fácilmente a nuestros amigos los defectos en que nada nos afectan.
- La virtud de las mujeres se reduce muchas veces al amor por su reputación y su tranquilidad.
- Nuestra sabiduría no se encuentra menos a merced del azar que nuestra propiedad.
- Hay héroes del mal, lo mismo que del bien.
- Es una prueba de poca amistad no darse cuenta del retraimiento de la de nuestros amigos.
- Cuando nuestro odio es demasiado vivo nos coloca por debajo de lo que odiamos.
- Poca gente domina el arte de saber envejecer.
- La duración de nuestras pasiones es tan independiente de nosotros, como la duración de la propia vida.
- Si resistimos a nuestras pasiones es más por su debilidad que por nuestra fuerza.
- Las pasiones son los únicos oradores que persuaden siempre.
- Si se juzga al amor por sus efectos, más se parece al odio que a la amistad.
- La gratitud de la mayoría de los hombres no es sino anhelo secreto de recibir mayores beneficios.
- A veces damos consejos, pero no enseñamos con nuestra conducta.
- Querer conservar la salud siguiendo un régimen demasiado riguroso es una enfermedad irritante.
- Aunque los hombres se jacten de sus grandes acciones, muchas veces no son el resultado de un gran designio, sino puro efecto del azar.
- El que refuta una alabanza merece ser alabado dos veces.
- No se elogia, en general, sino para ser elogiado.
- Se dan buenos consejos, pero no se da juicio para sacar provecho de ellos.
- La inocencia no encuentra protección en la culpabilidad.
- Es necesario tener tanta discreción para dar consejos, como docilidad para recibirlos.
- A los viejos les gusta dar buenos consejos, para consolarse de no poder dar malos ejemplos.
- La ausencia acaba con las pasiones mediocres y aumenta las grandes, así como el viento apaga las bujías y aviva el fuego.
- Nunca se tiene la libertad de amar o de dejar de amar.
- La esperanza y el miedo son inseparables.
- La confianza sirve en las conversaciones más que el ingenio.
- La gloria de los grandes hombres debe medirse siempre por los medios que han empleado para adquirirla.
- No se debe juzgar a un hombre por sus cualidades, sino por el uso que hace de ellas.
- La fortuna no parece tan ciega a aquellas personas que nunca han recibido sus favores.
- Si no tuviésemos defectos, no nos complaceríamos tanto en descubrirlos en los demás.
- Hay personas tan ligeras y tan frívolas, que son tan incapaces de tener verdaderos defectos como sólidas cualidades.
- La confesión de los pequeños defectos es, frecuentemente, un deseo de dar a entender que no tenemos otros mayores.
- Sólo los grandes hombres, pueden tener grandes defectos.
- Hay ciertos defectos que, bien manejados, brillan más que la misma virtud.
- Los vicios entran en la composición de las virtudes como los venenos en las medicinas. La prudencia los reúne y los combina para utilizarlos beneficiosamente contra los males de la vida.
- Lo que nos hace insoportable la vanidad ajena es que hiere la propia.
- La virtud no iría muy lejos si la vanidad no le hiciera compañía.
- El arrepentimiento no es tanto el pesar por el mal que hemos hecho como el temor al mal que puede sobrevenirnos como consecuencia.
- El silencio es el partido más seguro para aquel que desconfía de sí mismo.
- Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.
- La vejez es un tirano que prohíbe, bajo pena de vida, todos los placeres de la juventud.
- Es más necesario estudiar a los hombres que a los libros.
- Por lo general nos aburren aquellas gentes con las que no nos está permitido aburrirnos.
- Lo que hace que los amantes no se aburran nunca de estar juntos es que se pasan el tiempo hablando siempre de sí mismos.
- Solemos perdonar a los que nos aburren, pero no perdonamos a los que aburrimos.
- Vengarse de una ofensa es ponerse al nivel de los enemigos; perdonársela es hacerse superior a ellos.
- Los celos se alimentan de dudas.
- En los celos hay más amor propio que verdadero amor.
- No hay más que una clase de buen humor; pero hay mil copias diferentes.
- Nuestra envidia sobrevive siempre a la felicidad de aquellos a quienes envidiamos.
- La envidia es más irreconocible que el odio.
- A menudo hacemos ostentación de nuestras pasiones, incluso de las más criminales; pero la envidia es una pasión tímida y vergonzosa que nunca nos atrevemos a confesar.
- Todo el mundo se queja de su memoria, pero nadie de su inteligencia.
- La inteligencia no podría representar mucho tiempo el papel del corazón.
- El amor propio es el peor de los aduladores.
- Hasta el más sabio sólo muestra su sabiduría en cuestiones insignificantes, nunca en las verdaderamente importantes.
- Es más fácil ser sabios con otros que con nosotros mismos.
- Es más vergonzoso desconfiar de los amigos, que ser engañado por ellos.
- En la adversidad de nuestros mejores amigos, encontramos siempre algo que no nos disgusta.
- Sólo hay una especie de amor; pero existen mil copias diferentes.
- A menudo nos avergonzarían nuestras grandes acciones si el mundo se diera cuenta de los motivos que las produjeron.
- Nada hay imposible; caminos hay que conducen a esto. Si poseyéramos voluntad suficiente, contaríamos siempre con suficientes medios.
- Nunca somos tan felices ni tan infelices como pensamos.
- No hay tonto más molesto que el ingenioso.
- No hay necios más insoportables que aquellos que tienen algún talento.
- Preferimos hablar mal de nosotros mismos a no decir nada de nosotros.
- Hay poca gente sensata que prefiera la censura provechosa a la alabanza traidora.
- Hay malvados que serían menos peligrosos si no tuviesen ninguna bondad.
- El mejor medio de conservar los amigos es no pedirles ni deberles nada.
- Es más fácil conocer el universo en general que al hombre como individuo.
- Cuando no podemos encontrar felicidad en nosotros mismos, es inútil buscarla en otra parte.
- Es posible encontrar mujeres que no hayan tenido nunca aventuras; pero es muy raro encontrar que no hayan tenido más de una.
- Hay pocas mujeres cuyos encantos sobrevivan a su belleza.
- Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera del alcance de ellos.