Selección de frases célebres cortas de Friedrich Nietzsche.
- La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.
- ¿Es el hombre sólo un error de Dios? ¿O Dios sólo un error del hombre?
- La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño.
- No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de los fenómenos.
- Dios ha muerto. Parece que lo mataron los hombres.
- Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti.
- El amor es el estado en que el hombre ve más las cosas como no son.
- Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.
- En el amor siempre hay algo de locura, más en la locura siempre hay algo de razón.
- No es la fuerza de los nobles pensamientos sino su duración lo que hace superiores a los hombres.
- La inmortalidad es la dignidad que se paga muy cara; tiene uno que morir en vida muchas veces.
- No es absoluto extraño que los corderos detesten a las aves de rapiña, pero esto no es motivo de condenar a las grandes aves de rapiña porque roban corderos.
- Predica la fe hasta que tú mismo la obtengas, y luego la predicarás porque ya la posees.
- La buena memoria es a veces un obstáculo al buen pensamiento.
- El amigo debe ser un maestro en el arte de adivinar y callar: no debe querer verlo todo.
- Ebrio placer es, para quien sufre, apartar la vista de su sufrimiento y perderse en sí mismo.
- En la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre.
- El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro.
- La mujer fue el segundo error de Dios.
- Sin arte la vida sería un error.
- Donde no se puede amar… hay que pasar de largo.
- La mujer perfecta es un tipo humano superior al varón perfecto, pero también es un ejemplar mucho más raro.
- El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.
- Dos cosas quiere el hombre auténtico: peligro y juego. Por ello quiere a la mujer: el más peligroso de los juegos.
- Si sólo se dieran limosnas por piedad, todos los mendigos hubieran ya muerto de hambre.
- Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes.
- Cuando se tienen muchas cosas que meter en él, el día tiene cien bolsillos.
- El que desee convertirse en conductor de hombres, debe resignarse a pasar largo tiempo por su peor enemigo.
- La vida es un manantial de goces; pero donde la canalla deja envenenadas las fuentes.
- Siempre que lo que se disputa en el juego no es ni el amor ni el odio, las mujeres juegan torpemente.
- La preponderencia del dolor sobre el placer es la causa de nuestra moral y de nuestra religión ficticias.
- La vida es un instinto de desarrollo, de supervivencia, de acumulación de fuerzas, de poder.
- La edad de casarse llega mucho antes que la de quererse.
- Un hombre dice: A juzgar por el efecto que a mí me ha causado, este libro es dañino.
- Negar a Dios será la única forma de salvar al mundo.
- Lo que caracteriza al conjunto del mundo es, desde un principio el caos.
- Lo que hacemos no es nunca comprendido, y siempre es acogido sólo por los elogios o por la crítica.
- Lo que no me mata, me hace más fuerte.
- El dolor dice: ¡pasa!; pero todo placer quiere eternidad, quiere profunda eternidad.
- ¿Es el hombre sólo un fallo de Dios, o Dios sólo un fallo del hombre?
- Donde hay más sensibilidad, allí es más fuerte el martirio.
- Los que más han amado al hombre le han hecho siempre el máximo daño. Han exigido de él lo imposible, como todos los amantes.
- La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor.
- Lo difícil no es organizar una fiesta sino encontrar quien se alegre en ella.
- Toda convicción es una cárcel.
- El gran estilo nace cuando lo bello obtiene la victoria sobre lo enorme.
- Toda virtud tiene sus privilegios; por ejemplo, el de contribuir con su pequeña tea a la hoguera de los condenados.
- La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.
- Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño.
- La tierra tiene una piel, y esa piel tiene enfermedades. Una de esas enfermedades se llama hombre.
- Lo que llega a ser maduro necesita morir.
- Los médicos más peligrosos son aquellos que, habiendo nacido actores, imitan a los verdaderos médicos con perfecta impostura.
- Las razas laboriosas encuentran una gran molestia en soportar la ociosidad.
- Lo absurdo de una cosa no prueba nada contra su existencia, es, más bien, condición de ella.
- Yo necesito compañeros, pero compañeros vivos; no muertos y cadáveres que tenga que llevar a cuestas por donde vaya.
- El pensador sabe considerar las cosas más sencillas de lo que son.
- La demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla.
- El remordimiento es como la mordedura de un perro en una piedra: una tontería.
- Todo aquel que tiene una razón para vivir puede soportar cualquier forma de hacerlo.
- Tenemos arte para no morir de la verdad.
- Es de noche. Ahora se eleva más alta la voz de los surtidores, y mi alma es también un surtidor.
- Para llegar a ser sabio, es preciso querer experimentar ciertas vivencias, es decir, meterse en sus fauces. Eso es, ciertamente, muy peligroso; más de un sabio ha sido devorado al hacerlo.
- Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado.
- No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior.
- Los buenos escritores tienen estas dos cosas de común: prefieren ser comprendidos a ser admirados, y no escriben para el lector demasiado astuto y demasiado crítico.
- Un buen escritor posee no sólo su propia inteligencia, sino también la de sus amigos.
- La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido.
- El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa.
- Toda gran filosofía es la confesión de su creador y una especie de autobiografía involuntaria e inconsciente.
- En algunos la castidad es una virtud, en muchos es casi un vicio.
- La esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte.
- El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación.
- La especie de mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. El engañar a los demás es un defecto relativamente raro.
- La vanidad es el temor de parecer original; significa, pues, falta de orgullo, pero no supone falta de originalidad.
- La vanidad de otro no va contra nuestro gusto, sino cuando va contra nuestra vanidad.
- El que niega su propia vanidad suele poseerla en forma tan brutal, que debe cerrar los ojos si no quiere despreciarse a sí mismo.
- Nada más hipócrita que la eliminación de la hipocresía.
- Es una hipocresía muy noble no hablar de sí mismo.
- El hombre que está muy ocupado rara vez cambia de opinión.
- Olvida uno su falta después de haberla confesado a otro, pero normalmente el otro no la olvida.
- La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar.
- La sencillez y naturalidad son el supremo y último fin de la cultura.
- Amamos la vida no porque estamos acostumbrados a vivir sino a amar.
- Un filósofo casado es, para decirlo claro, una figura ridícula.
- El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza.
- El egoísmo es la esencia misma de un alma noble.
- El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse.
- Hay casos en que es indecoroso seguir viviendo. Se debe morir orgullosamente cuando ya no es posible vivir con orgullo.
- El hombre es para la mujer un medio; el fin siempre es el hijo.
- Sólo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder.
- Mucho tienen que hacer los padres para compensar el hecho de tener hijos.
- Fe significa no querer saber la verdad.
- Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal inferior.
- Dejando a un lado unos cuantos escépticos, prototipos de decencia en la historia de la filosofía, los demás no tienen la más leve concepción de la integridad intelectual.
- Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer profundas.
- A la mujer le gusta creer que el amor puede lograr cualquier cosa; es su superstición personal.
- El matrimonio acaba muchas locuras cortas con una larga estupidez.
- El hombre quiere que la mujer sea pacífica; pero en realidad es esencialmente belicosa, como el gato.
- ¿Vas con las mujeres? No olvides el látigo.