Selección de frases célebres cortas de Friedrich von Schiller.
- No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.
- Es muy dulce ver llegar la muerte mecido por las plegarias de un hijo.
- Las personas vulgares pagan con lo que hacen; las nobles con lo que son.
- El más santo no puede mantenerse en paz cuando no le place el vecino malvado.
- La verdad es para el sabio; la belleza, para el corazón sensible.
- La palabra es libre; la acción muda; la obediencia ciega.
- No tengáis miedo del hombre libre: temed al esclavo, si llega a romper sus cadenas.
- La libertad existe tan sólo en la tierra de los sueños.
- En lo que parecemos, todos tenemos un juez; en lo que somos, nadie nos juzga.
- La diversión es como un seguro, cuanto más viejo eres más te cuesta.
- Temible es siempre el temor de la fuerza aun fundada en el derecho.
- El amor es la única cosa de este mundo que no quiere más comprador que a sí mismo.
- Hambre y amor mantienen cohesionada la fábrica del mundo.
- Cuanto más alto coloque el hombre su meta, tanto más crecerá.
- El hombre que nada teme es tan fuerte como el que es temido por todo el mundo.
- Sólo la fantasía permanece joven; lo que no ha ocurrido jamás no envejece nunca.
- El arte es difícil, transitoria su recompensa.
- La lámpara del genio se extingue más rápido que la lámpara de la vida.
- El tiempo es el ángel del hombre.
- Hablar con mucha cortesía a veces conquista y otras empalaga.
- Solamente cuando madura cae el fruto de la fortuna.
- En las grandes adversidades toda alma noble aprende a conocerse mejor.
- Una memoria ejercitada es guía más valiosa que el genio y la sensibilidad.
- ¡Oh celos! La más grande de las bagatelas.
- Los frutos del destino caen por su propio peso, cuando están maduros.
- ¿Qué es la mayoría? La mayoría es un absurdo: la inteligencia ha sido siempre de los pocos.
- Es la voluntad, la que hace al hombre grande o pequeño.
- Si quieres conocerte, observa la conducta de los demás. Si quieres comprender a los demás, mira en tu propio corazón.
- Siempre el hombre quiere, por lo general, lo justo; pero en lo personal es egoísta.
- Haciendo el bien nutrimos la planta divina de la humanidad; formando la belleza, esparcimos las semillas de lo divino.
- Aquel que es demasiado precavido realiza muy poco en la vida.