Alexandre Dumas, conocido como Alejandro Dumas, novelista y dramaturgo francés. Julio 24/1802 – Diciembre 5/1870.
- En los negocios no hay amigos: no hay más que clientes.
- Trata al buen vino como a la mujer, con delicadeza, sin golpearla, y cuando lo bebas, dedícale algunas palabras agradables, hasta los vinos aprecian esto.
- Dios pensó en la ternura, y la plasmó en aquel adorable ser: una madre.
- Es preciso haber querido morir, amigo mío, para saber cuán buena y hermosa es la vida.
- Para toda clase de males hay dos remedios; el tiempo y el silencio.
- El infortunio es necesario también para descubrir ciertas minas misteriosas ocultas en la inteligencia humana.
- No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo.
- El bien es lento porque va cuesta arriba. El mal es rápido porque va cuesta abajo.
- Sólo el que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema.
- Creemos, sobre todo porque es más fácil creer que dudar, y además porque la fe es la hermana de la esperanza y de la caridad.
- La vida es tan incierta, que la felicidad debe aprovecharse en el momento en que se presenta.
- Los amigos que perdemos no reposan en la tierra, están sepultados en nuestro corazón.
- Hablar de los propios males es un consuelo.
- ¡Qué insensatez! ¡Responder de otro hombre cuando los más juiciosos, los que Dios considera como los mejores, no se atreven a responder de sí mismos!
- ¡Aquel tiempo feliz en que éramos tan desgraciados!
- Las madres perdonan siempre: han venido al mundo para eso.
- La mujer es como una buena taza de café: la primera vez que se toma no te deja dormir.
- Es deber aquello que exigimos de los demás.
- No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.
- Si dais la impresión de necesitar cualquier cosa no os darán nada; para hacer fortuna es preciso aparentar ser rico.
- La vejez no es soportable sin un ideal o un vicio.
- Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada.
- La vida es fascinante: sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas.
- Hay mujeres que quieren tanto a sus maridos que, para no usarlos, toman el de sus amigas.