Selección de frases célebres cortas de Séneca.
- Ninguno desea darse tristeza a sí mismo.
- No hay mayor causa para llorar que no poder llorar.
- No hay mayor causa de llanto que no poder llorar.
- Ligera es la pena que puede admitir consejo.
- Desdichado el que por tal se tiene.
- La tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada necesita menos esfuerzo que estar triste.
- Solamente pueden consolar al triste la razón y el trabajo honesto.
- Difícilmente se hallan palabras que retraten al vivo las grandes desdichas.
- El vino lava nuestras inquietudes, enjuaga el alma hasta el fondo y asegura la curación de la tristeza.
- El pobre carece de muchas cosas, pero el avaro carece de todo.
- Nunca hay viento favorable para el que no sabe hacia dónde va.
- No hay cosa más fuerte que el verdadero amor.
- Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones.
- La religión es algo verdadero para pobres, falso para sabios, y útil para dirigentes.
- Si quieres vivir para ti, debes vivir para los demás.
- La verdadera alegría no ha de cesar ni volverse jamás contra ti.
- En la desgracia conviene tomar algún camino atrevido.
- La malicia bebe la mayor parte de su propio veneno.
- Un solo bien puede haber en el mal: la vergüenza de haberlo hecho.
- Vende su propia voluntad el que recibe ajeno beneficio.
- Lo que fue duro de padecer es dulce de recordar.
- ¡Cuánto se parece la adulación a la amistad!
- Los placeres moderados aflojan la tensión del espíritu y lo templan.
- No he nacido para sólo un rincón; mi patria es todo el mundo.
- Si quieres vivir feliz, no te importe que te crean tonto.
- La verdadera y sencilla felicidad es dar siempre lo mejor.
- Aceptar las desgracias es poca cosa; soportarlas hasta el final es lo grave.
- Llega al punto supremo aquel que sabe de qué se alegra, el que no abandona su felicidad a la discreción de los demás.
- No se debe poner la espada en manos del desesperado.
- Escucha aún a los pequeños, porque nada es despreciable en ellos.
- Fue la avaricia la que instauró la pobreza y al ambicionarlo todo lo perdió todo.
- La vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que está bien narrada.
- La mente tarda en olvidar lo que le ha llevado mucho tiempo aprender.
- Es preciso vigilar los deseos del cuerpo, pues el cuerpo pide placeres vanos, efímeros y deplorables, que si no se regulan con gran moderación irán a parar a la sensación opuesta.
- La amistad beneficia siempre; el amor causa daño a veces.
- Las obras se tienen medio terminadas cuando se han comenzado bien.
- Es una práctica de la multitud ladrarle a los grandes hombres, como lo hacen los perros con los extraños.
- Quien más disfruta de sus riquezas es aquel que menos necesita de ellas.
- Los que saben mucho se admiran de pocas cosas, y los que no saben nada se admiran de todo.
- De un gran hombre hay siempre algo que aprender aunque esté callado.
- El primer arte que deben aprender los que aspiran al poder es de ser capaces de soportar el odio.
- Morirás, es estúpido temer lo que no puedes evitar.
- La muerte es un castigo para algunos, para otros es un regalo, y para muchos un favor.
- El hombre no muere, se mata.
- Una discusión prolongada es un laberinto en el que la verdad se pierde siempre.
- Menos camino hay de la virtud al vicio, que del vicio a la virtud.
- La vida no es más que un viaje hacia la muerte.
- No recibimos una vida corta, sino que nosotros la acortamos. No somos de ella indigentes, sino manirrotos.
- Una parte de la vida la pasamos haciendo mal lo que hacemos, otra no haciendo nada y el resto haciendo lo que no deberíamos hacer.
- La vida es como una escuela de gladiadores, donde los hombres viven y luchan unos contra otros.
- Considera las contrariedades como un ejercicio.
- Obedecer a Dios es Libertad.
- Aquel que decide un caso sin escuchar la declaración del otro, aunque la decisión sea justa, no puede considerarse justo.
- El que teme demasiado los odios ajenos, no es apto para gobernar.
- Para el hombre ocupado no hay día largo.
- Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato.
- Aunque avergüence decirlo, sólo pensamos en la virtud cuando no tenemos otra cosa que hacer.
- Lo mismo es nuestra vida que una comedia; no se atiende a si es larga, sino a si la han representado bien. Concluye donde quieras, con tal de que pongas buen final.
- La naturaleza, el destino, la suerte: todo esto no son más que nombres del mismo Dios.
- Mas cuenta tiene con Dios el desdichado que el feliz.
- Ninguno, si no se compara, es desdichado.
- Como el suelo, por más rico que sea, no puede dar fruto si no se cultiva. La mente sin cultivo tampoco puede producir.
- Muy pocos aciertan antes de errar.
- El joven debe aprender. El viejo, aprovechar lo aprendido.
- La naturaleza no nos otorga la virtud; ser buenos es un arte.
- Vive con los hombres como si Dios te viera; conversa con Dios como si los hombres te oyeran.
- El hombre feliz no es el hombre que ríe, sino aquel cuya alma, llena de alegría y confianza, se sobrepone y es superior a los acontecimientos.
- Trata a tu inferior como quieras ser tratado por tu superior.
- El fuego prueba el oro; la miseria los hombres fuertes.
- Todo el mundo aspira a la vida dichosa, pero nadie sabe en qué consiste.
- La ciencia es larga; la vida, breve.
- A algunos se les considera grandes porque también se cuenta el pedestal.
- La primera víctima de la destemplanza es la propia libertad.
- Dios no se arrepiente nunca de sus primeras decisiones.
- Es más deseable una hermosa muerte que una larga vida.
- Si te sorprenden tus males, cuenta tus comidas.
- En dondequiera que se halle un hombre, puede hacerse un beneficio.
- Hay ciertas cosas que para saberlas bien no basta haberlas aprendido.
- Vencer sin peligro es ganar sin gloria.
- Parte de la curación está en la voluntad de sanar.
- Estudiar, más no para saber más, sino para saber mejor que los otros.
- Ligera es la pesadumbre que puede admitir consejo.
- Grandes riquezas, gran esclavitud.
- La enemistad oculta es la más peligrosa: declarada, carece de probabilidades para vengarse.
- Nunca hasta tal punto están cerradas todas las salidas, que no haya lugar para alguna acción buena.
- Merecen elogio los hombres que en sí mismos hallaron el ímpetu y subieron en hombros de sí mismos.
- Lo importante no es lo que sufres sino cómo lo sufres.
- No hay día sin su pena.
- No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.
- Nada estorba tanto la curación como el cambio frecuente de medicinas.
- La conversación es el índice de la mente.
- Si permitimos que las cosas nos asusten, no valdrá la pena vivir.
- Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella.
- Los hombres aprenden mientras enseñan.
- Nuestro defecto es aprender más por la escuela que por la vida.
- Lo que de raíz se aprende nunca del todo se olvida.
- La cólera es como esas ruinas que se desmoronan encima de lo que caen.
- La mejor cura para la cólera es la dilación.
- Un rey es una persona que no teme nada ni desea nada.
- ¿Qué importa saber lo que es una recta sino se sabe lo que es la rectitud?
- Languidece la virtud sin adversarios.
- Las penas pequeñas son locuaces, las grandes son mudas.
- Los desgraciados creen con facilidad que es o será cierto aquello, que ellos desean que ocurra.
- A menudo es mejor olvidarse de un insulto que vengarlo.
- Ningún hombre ha llegado nunca a ser sabio por casualidad.
- Muchos habrían sido sabios si no hubieran creído demasiado pronto que ya lo eran.
- La vejez es una enfermedad incurable.
- No podemos evitar las pasiones, pero sí podemos vencerlas.
- Una cosa es amar la sabiduría y otra haberla conseguido.
- No existe ningún gran genio sin un toque de demencia.
- El camino más corto para llegar a la riqueza es despreciarla.
- La verdadera medida de la riqueza es el no estar demasiado lejos de la pobreza.
- La recompensa de una buena acción es haberla hecho.
- No es que nos falte valor para emprender las cosas porque sean difíciles, sino que son difíciles precisamente porque nos falta valor para emprenderlas.
- Una esperanza reaviva otra esperanza; una ambición, otra ambición.
- El tiempo cura lo que la razón no puede curar.
- El temor a la guerra es peor que la guerra misma.
- Nuestros temores son más numerosos que nuestros peligros, y sufrimos mucho más al sentir temor que en la realidad.
- Ninguno ama a su patria por ser grande, sino por ser suya.
- Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos.
- Siempre se ayuda la mentira de lo cierto para atacar a la verdad.
- El poder y el despotismo duran poco.
- Todo poder excesivo dura poco.
- El honor prohíbe acciones que la ley tolera.
- Gozan los ánimos fuertes en las adversidades. Al igual que los soldados intrépidos triunfan en las guerras.
- La adversidad acaba por encontrar al hombre junto al que había pasado.
- Los deseos de nuestra vida forman una cadena cuyos eslabones son las esperanzas.
- Viven más contentos aquellos en quienes jamás puso los ojos la fortuna, que los otros de quienes los apartó.
- Al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres.
- El arrepentimiento es el remordimiento aceptado.
- Los dolores leves son parleros, los grandes enmudecen estupefactos.
- La vida no es el bien ni el mal, sino simplemente el escenario del bien y del mal.
- El hombre es un animal racional.
- La juventud debe acumular; la vejez, usar.
- En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido.
- No os espante el dolor; o tendrá fin o acabará con vosotros.
- Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.
- Las opiniones no deben ser contadas sino pesadas.
- Si os sujetáis a la naturaleza, nunca seréis pobres; si os sujetáis a la opinión, nunca seréis ricos.
- Se puede apreciar el carácter de un hombre en la forma como recibe la alabanza.
- Podemos olvidar lo que traído a la memoria nos entristece.
- Los vicios declarados, lo mismo que las enfermedades, son más leves.
- Proporcionalmente al número de los admiradores crece el de los envidiosos.
- El pobre no es el que tiene poco, sino el que desea más.
- Que no te espante la pobreza; nadie vive tan pobre como cuando nació.
- Debes aprender mientras dure tu ignorancia; si creemos al dicho, mientras dure tu vida.
- El hambriento no razona, no le importa la justicia, ni escucha las oraciones.
- El amor sólo con amor se consigue; si quieres ser amado, empieza por amar.
- La velocidad del tiempo es infinita.
- Es una gran ventaja para el hombre sabio no parecerlo.
- Todo arte no es sino la imitación de la naturaleza.
- El trabajo y la lucha llaman siempre a los mejores.
- El tiempo descubre la verdad.
- Pesa las opiniones, no las cuentes.
- Peores son los odios ocultos que los descubiertos.
- La verdadera bondad es invencible porque no se cansa.
- El que abriga vanos temores merece los temores reales.
- El placer sin moderación se inclina hacia el dolor como hacia un precipicio.
- La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy.
- Cabalgar, viajar y cambiar de lugar recrean el ánimo.
- El amor no se asusta de nada.
- La fidelidad que ha sido comprada con dinero puede ser vendida por el dinero.
- Nada es tan bajo y vil como el ser altivo con el humilde.
- En todo hombre bueno habita Dios.
- Gran parte de la bondad consiste en querer ser bueno.
- ¡Oh muerte! ¡Cómo persigues al dichoso y rehuyes al desdichado!
- Aquel que tú lloras por muerto, no ha hecho más que precederte.
- Cuando uno es amigo de sí mismo, lo es también de todo el mundo.
- El dinero cae en las manos de algunos hombres como un denario cae en una alcantarilla.
- ¡Oh cuán despreciable es el hombre que no deja de elevarse sobre las cosas humanas!
- El cuerpo del hombre no es un hogar, sino una posada, y esto por poco tiempo.
- Cuando es bien empleada, la vida es suficientemente larga.
- La fortuna de la guerra es siempre dudosa.
- El galardón de las buenas obras es haberlas hecho. No hay otro premio digno.
- Dondequiera que haya un ser humano existe una probabilidad para la bondad.
- La voluntad es la que da valor a las cosas pequeñas.